Sobresale entre aquellos elementos el hecho de que se trata de una obra juvenil a la que vuelve con gusto el lector adulto y sobresale, asimismo, que se haya mantenido con éxito, desde el siglo XIX al siglo XXI, la nostalgia por un mundo que propiciaba o posibilitaba la aventura. El lector juvenil ve reconocido su derecho a hacerse oír en el mundo de los adultos, mientras que el lector adulto regresa a una intensidad que se relaciona con un mundo irreal que conoció exclusivamente a través de la lectura de obras como "La isla del tesoro".
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