Un día del curso
1938-39, los escolares de un pequeño pueblo costero del norte de España,
descubren que el maestro, sin ninguna explicación, ha desaparecido. Nadie le ha
visto irse y, además, tanto su vivienda como el edificio de la escuela
permanecen cerrados. Dos chicos y dos chicas, de entre los alumnos que se
encuentran de vacaciones forzosas, deciden dedicar el tiempo que les ha quedado
inesperadamente libre a investigar por su cuenta el paradero de su profesor.
Fuerzan una ventana del aula donde recibían las clases y encuentran en la mesa
de este un cuaderno que les ofrece una pista relacionada con el faro que se
halla próximo al pueblo, “El faro de
los acantilados”. La obra narra la relación de estos adolescentes, de
entre trece y quince años, con el farero, un hombre misterioso que parece saber
mucho y callar aún más.
José Luis Martín Nogales desarrolla el relato como una novela juvenil
de intriga en cuyo argumento planea la sombra amenazante de la guerra civil, ya
en sus meses finales. La acción transcurre lejos de los frentes de batalla,
aunque la muerte de algún soldado y la huida del maestro, motivada por el
previsible desenlace del conflicto, se relacionan directamente con los
acontecimientos bélicos. Sin embargo, la trama deja en segundo lugar estos
hechos para centrase en el papel del farero, que facilita a sus nuevos amigos
una serie de títulos clásicos de la literatura española de todos los tiempos,
dejadas por el maestro en el faro antes de su marcha. En ellas hay ciertas
señales encriptadas sobre las actividades de este, lo que atrae la atención de
los chicos y da lugar a que los lean con interés. A través de ellos, reciben
unas valiosas enseñanzas, adecuadas a su edad, que mejoran no sólo su cultura
sino su formación personal. Bien escrita, con estilo cuidado, la obra suma
metaliteratura y misterio con notable acierto.
© Reseñas bibliográficas Fundación Troa.
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