EDITORIAL: Planeta
Diario íntimo en el que el autor vierte recuerdos, vivencias
y sentimientos centrados en la presencia frágil del hijo, niño aún, a quien una
enfermedad mortal ha arrebatado del lado de sus padres.
A pesar de ser un diario muy personal, estas páginas han
sido planeadas como una creación literaria, no como un desahogo destinado a
permanecer inédito. En ellas, Francisco Umbral abandona su línea
realista para proceder a una lenta introspección psicológica, densa, minuciosa.
Los capítulos, unidos entre sí por hilos muy tenues, son imágenes o evocaciones
en las que la infancia del autor se funde con la del hijo, en una ruta desde la
vida hasta la muerte. Umbral ha cuidado sobre todo el efecto estético,
aun sin dejar de ser probablemente sincero al tomar como tema su propia alma.
Las metáforas tienen un marcado aire surrealista, que contrasta con otros
momentos en los que el lenguaje se torna vulgar, incluso con palabras
malsonantes. Al penetrar en el campo de la narrativa intimista, el autor
consigue una obra de evidente calidad estética, muy cuidada de estilo y con
notable calidad expresiva, aunque su lectura se haga más difícil por su mayor
densidad. Umbral se presenta aquí cansado, perdido sin su hijo,
envejecido el espíritu al contacto con la muerte que pasa cerca de él. Sus
reacciones tienen un cierto tono de amarga rebeldía y desesperación, que a
veces deriva hacia un cinismo triste. La fluctuación del dolor oscila entre la
visión poética, el duro encuentro con la realidad y el vacío dejado por el paso
del tiempo y la pérdida de ilusiones. El enfoque estético de la obra hace que
su contenido no encierre una tesis definida en el terreno de las ideas.
© Reseñas bibliográficas Fundación Troa.
Nº DE REGISTRO: 18229
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