AUTOR: NEWMAN, Juan Enrique
EDITORIAL: El buey mudo
La “Apología pro
vita sua” surgió a raíz de una reseña periodística ante la que John Henry Newman sintió la necesidad
de explicarse cuando vivía apartado en el Oratorio de Birmingham, dedicado a
sus ideales educativos y a promocionar el laicado católico. El libro fue un
éxito en todos los ambientes. Expone su conversión, que no fue otra cosa que la
comprensión progresiva del Credo católico, sin necesidad de descalificar el
anglicanismo al que había servido y se había dedicado con rectitud, «Miraba a
la Iglesia, sus ritos, sus ceremonias, sus mandamientos, y me decía: 'Esto sí
que es religión'. Luego volvía la mirada a la pobre Iglesia Anglicana (…) todo
se me antojaba de una vaciedad monumental».
No es una autobiografía, tampoco es un relato, pues no habla
de su vida, aficiones o de su familia. Deja que sean los hechos los que hablen
y para ello revuelve en su trayectoria universitaria, entre sus escritos y
correspondencia, para narrar con veracidad un proceso que requirió un gran
esfuerzo, «cosa atroz para el corazón y la mente». No busca una justificación,
pues no es necesario. Empezó estudiando la antigüedad, base de las doctrinas
del cristianismo y de la iglesia de Inglaterra. «Y en pleno siglo V, me pareció
ver reflejada la Cristiandad de los siglos XVI y XIX. Vi mi rostro en ese
espejo: yo era un monofisita. (…) ¡Quién me iba a decir que de todos los
pasajes de la historia acabaría recurriendo a las palabras y acciones del viejo
Eutiques (…) y a los disparates de un hombre sin principios como Dióscoro, para
convertirme a Roma!».
La conversión de Newman no fue una caída del caballo: fue un
caminar con rectitud del que se fue desviando poco a poco para encontrar otro
destino, un recorrido lleno de dificultades, pero «diez mil dificultades no
hacen una sola duda», por decirlo con sus palabras (en una frase que ahora
figura en el Catecismo de la Iglesia Católica). En 1843, después de tres meses
de deliberar, hizo su repudio a las críticas lanzadas contra Roma y tuvo que
dejar la vicaría de St Mary's. Y aunque intentó quedarse en Littlemore, una
parroquia que había construido, también tuvo que marcharse. Perdió amigos y
también entre algunos católicos encontró recelos. De hecho, el último capítulo
está destinado a los católicos que no terminaban de fiarse y traza una visión
muy equilibrada del mundo intelectual del siglo XIX, con el incipiente
cientifismo «en peligro de hundirse en el pozo sin fondo del agnosticismo». Él
se opuso con todas sus fuerzas al liberalismo, ese ‘escepticismo profundo y
lleno de prestigio, que procede exclusivamente de la razón humana puesta en
práctica por el hombre natural’.
No se puede olvidar que Newman está considerado como el más
importante teólogo anglicano: defendió la infalibilidad del Papa frente al
protestantismo y tenía muy claro que la idea inglesa de «papismo» no era una
idea religiosa, era un principio político. La “Apología” es una lectura reconfortante y clara, que necesita
de tranquilidad para recoger el mensaje profundo y amplio de quien ha sido
considerado el «padre ausente» del concilio Vaticano II, canonizado en 2019, y
en quien se descubre que «no hay amigos mejores que los viejos amigos».
Autor: Francisco Forriol, España.
Nº de REGISTRO: 375
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