Una anciana muy enferma vuelve a su casa familiar, en una aldea gallega, porque siente el impulso de esperar allí la muerte. La acompañan su nieta, una interesante y cultivada mujer en plena madurez, y un sobrino bisnieto, quienes a lo largo de una noche, mientras esperan el inevitable desenlace, van intercambiando recuerdos y añoranzas en una especie de balance general de sus vidas.
Esta novela, escrita por Carmen Martín Gaite con un tino y un pulso en los que no se notan ni los más leves altibajos, es obra de una prosa cuidadísima, limada y pulida hasta el extremo, y que, no obstante, produce impresión de absoluta espontaneidad, incluso de estar escrita a borbotones, como si los protagonistas tuvieran prisa por volcar la tristeza y frustración que llevan dentro. En su aparente monotonía, acentuada por una falta casi completa de diálogos, va surgiendo un clima cada vez más tenso, que se apodera del lector y le obliga a sumergirse en unos mundos donde domina un vacío que a los personajes, trazados con mano segura, los colma de amargura. Así, la protagonista se ha dejado llevar por un egoísmo exacerbado que la conduce a una total soledad, con la añoranza del marido de quien se separó y de unos hijos que se negó a tener. Tampoco encuentra el menor apoyo en la religión, pues desde niña la entendió como unas prácticas externas carentes de contenido. Sin embargo, queda bien claro, por boca del mismo personaje, que una vida así conduce al fracaso, y en ningún momento su conducta resulta atractiva o ejemplar.
© Reseñas bibliográficas Fundación Troa.
Unidad Editorial, Nº DE REGISTRO: 15954
|
No hay comentarios:
Publicar un comentario